Qué cierto es que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
Si es cierto que Haití era el país más pobre de América, ¿por qué no se hizo algo antes de que fueran portada de todos los periódicos por un desastre natural?
No espero que nadie responda a estas preguntas, pues todos conocemos la verdad: es imposible que existan ricos sin pobres.
¿Cuánto tiempo pasará antes de que Haití no sea más que una vieja noticia en el recuerdo? Nuestra memoria es corta, y no tardamos en sustituir una prioridad por otra tan pronto como nos cansamos de ver las mismas imágenes en la televisión.
¿Qué sucedería si de la noche a la mañana desapareciera la mitad de la población de Cádiz? Es algo difícil de racionalizar, pero equivale a lo ocurrido en la isla caribeña de la Española. A veces necesitamos tener algo familiar con lo que comparar aquello a lo que nos enfrentamos para ser completamente conscientes de su magnitud, y si no, ¿por qué cada vez que nos hablan de algo que ocupa una gran superficie nos dicen que equivale a X campos de futbol? Son las limitaciones del ser humano.
Si duras son las secuelas físicas, ¿qué podemos esperar de las psíquicas? ¿Qué pasará el día de mañana, cuando comiencen a echar de menos a su frutero, al que llevaba la leche de puerta en puerta en su bicicleta, al hijo de la vecina que siempre estaba armando jaleo? Todo les recordará lo ocurrido. Será necesario que pasen varias generaciones antes de que puedan verlo como un mal recuerdo.
Al menos en esta ocasión hemos de achacar el origen de la tragedia a un factor ajeno al hombre, pues por mucho que nos empeñemos, las fuerzas de la naturaleza escapan a nuestro control. Pero, ¿no es cierto que cuando estas circunstancias no se dan somos nosotros mismos quienes las provocamos? En Hiroshima y Nagasaki fallecieron más de 200.000 personas, y fuimos nosotros los causantes.
Me gustaría pensar que esto no va a repetirse, pero poco o nada podemos hacer contra la madre Tierra que, al igual que nos da la vida, nos la quita.
Mientras tanto, tratemos al menos de evitar el factor humano.
Coco
Si es cierto que Haití era el país más pobre de América, ¿por qué no se hizo algo antes de que fueran portada de todos los periódicos por un desastre natural?
No espero que nadie responda a estas preguntas, pues todos conocemos la verdad: es imposible que existan ricos sin pobres.
¿Cuánto tiempo pasará antes de que Haití no sea más que una vieja noticia en el recuerdo? Nuestra memoria es corta, y no tardamos en sustituir una prioridad por otra tan pronto como nos cansamos de ver las mismas imágenes en la televisión.
¿Qué sucedería si de la noche a la mañana desapareciera la mitad de la población de Cádiz? Es algo difícil de racionalizar, pero equivale a lo ocurrido en la isla caribeña de la Española. A veces necesitamos tener algo familiar con lo que comparar aquello a lo que nos enfrentamos para ser completamente conscientes de su magnitud, y si no, ¿por qué cada vez que nos hablan de algo que ocupa una gran superficie nos dicen que equivale a X campos de futbol? Son las limitaciones del ser humano.
Si duras son las secuelas físicas, ¿qué podemos esperar de las psíquicas? ¿Qué pasará el día de mañana, cuando comiencen a echar de menos a su frutero, al que llevaba la leche de puerta en puerta en su bicicleta, al hijo de la vecina que siempre estaba armando jaleo? Todo les recordará lo ocurrido. Será necesario que pasen varias generaciones antes de que puedan verlo como un mal recuerdo.
Al menos en esta ocasión hemos de achacar el origen de la tragedia a un factor ajeno al hombre, pues por mucho que nos empeñemos, las fuerzas de la naturaleza escapan a nuestro control. Pero, ¿no es cierto que cuando estas circunstancias no se dan somos nosotros mismos quienes las provocamos? En Hiroshima y Nagasaki fallecieron más de 200.000 personas, y fuimos nosotros los causantes.
Me gustaría pensar que esto no va a repetirse, pero poco o nada podemos hacer contra la madre Tierra que, al igual que nos da la vida, nos la quita.
Mientras tanto, tratemos al menos de evitar el factor humano.
Coco