09 agosto 2009

Monólogos de la vagina. Eve Ensler.



Reivindicar el Coño.

Yo lo llamo coño. Lo he reivindicado. "Coño." Realmente me gusta. "Coño." Escuchadlo. "Coño."

Ce, ce. Ce de caverna, de crepitar, de clítoris, de cavidad, de caricia, de cuca, de calidez, de caliente, de cachonda, de castaña, de cadencia, de caída, de cáliz, de cántaro, de carantoña, de carcajada, de calidoscopio, de crisol, de cambiante, de carmesí, de carnoso, de casa, de curiosidad, de curvo...

Luego, co. Co de concha, de coral, de cofre de tesoro oculto, de collar de perlas nacaradas, de contacto, de cosquillas, de corola, de colibrí que bebe néctar, de colina, de cometa, de color, de constelación, de cosmos, de conocer, de colmar, de contoneo, de correrse...

Luego viene la eñe, la eñe solitaria que busca compañía, que encuentra su lugar, que anida entre sus compañeras... Coñ... letras sinuosas que se ciñen entre sí, que se acoplan a la perfección, que acogen encantadas a la última letra, la o final, la que faltaba para formar esa preciosa palabra... Coño.
Venga, decídmelo, decidme: "Coño." Decidlo, decídmelo: "Coño." "Coño."

Recogido del libro "Monólogos de la vagina" de Eve Ensler.

Un domingo caluroso mientras mi hermana discutía con su novio sobre cómo hacer la paella, si mixta o de marisco, empezé a leerlo, y lo que en un principio iba a ser una lectura para echar el rato, se convirtió en un pasar las páginas, una tras otra sin levantar la vista.
A lo largo de mi vida he leído muchos cuentos y monólogos muy transgresores, pero sin lugar a dudas éste me sorprendió.
Por eso mismo recomiendo su lectura, rápida y sencilla, con momentos llenos de humor y ternura.
Por cierto, no os lo he comentado, pero la paella finalmente se hizo como mi hermana quería, de marisco.

Un saludo. Coco.
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