11 febrero 2009

El nombre de la rosa - una crítica constructiva.


"El nombre de la rosa" es la última novela que he leído, y me gustaría exponer aquí algunas reflexiones sobre la misma.

Muchos habréis visto la película del año 86, bastante conseguida, donde podíamos ver a un Christian Slater aún adolescente en el papel de Adso de Melk, y a un impagable Sean Connery sin bisoñé, en el papel de Fray Guillermo de Baskerville, una especie de Sherlock Holmes del siglo XIV. Por cierto, resulta curioso que uno de los títulos del amigo Conan Doyle fuera precisamente "El sabueso de los Baskerville".

Se trata de una buena adaptación de la novela, con un final que me gusta incluso más que la de ésta.

Umberto Eco comete un error típico de aquellas personas que han sido engullidas por su propia sapiencia: está bien documentarse a la hora de enfrentarse al reto literario que supone la creación de una novela, pero no es preciso demostrarlo con páginas y páginas de datos, nombres y hechos completamente prescindibles, que no consiguen más que aburrir al lector impaciente, confundir al desmemoriado, y crear un engendro de taitantas páginas donde bastaba con la mitad.

Prueba de esto que digo es la película a la que ya he hecho referencia, donde se limitan a dar unas pinceladas históricas, que bastan para ambientar la trama de forma adecuada.

Otro pecado propio de muchos escritores, al menos para mi modo de entender lo que debe ser una novela, toma forma en unas descripciones eternas, donde casi podríamos dibujar el tímpano de la entrada a una iglesia siguiendo las indicaciones de Eco. Tampoco necesito que la lista de hierbas empleadas por el herbolario (si se me permite la redundancia) ocupe media hoja, o que las viandas de la cocina no se queden a la zaga. Pueden existir lectores detallistas hasta rozar lo enfermizo, pero yo no me encuentro entre ellos. Prefiero que el autor vaya al grano, y dedicar el tiempo empleado en leer tanta descripción, relación de elementos, e historias que poco o nada aportan, en deglutir visualmente alguna otra obra.

En definitiva, "El nombre de la rosa" es un gran libro que mejoraría con cuarto y mitad menos de volúmen.

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