Ocho
Pulsó el botón marcado con un ocho. Al salir del ascensor, cayó en el hecho de que aquella no era su planta: las puertas no le resultaban familiares. Volvió a entrar en aquél pequeño habitáculo y repitió la operación. Tras un breve desplazamiento vertical, la planta en la que puso su pie tampoco fue la esperada.
Tomó una drástica decisión, y atravesando la puerta contra-incendios, se dirigió hacia las escaleras. Tras subir precipitadamente cuatro tramos de escalones, abrió la puerta metálica que daba paso a otra planta distinta de la deseada. Aquello ya le estaba empezando a preocupar. ¿Qué había sido de su piso? Bajó corriendo a la planta inferior, consiguiendo sólo aumentar su nivel de ansiedad. Aquella noche dormiría en un hotel, esperando que la mañana le fuera más propicia.
por Susana Brey.