Ayer pudimos saber que el presidente Obama es el nuevo Premio Nobel de la Paz, por extraño que pueda parecer.
¿Alguien piensa que nueve meses de mandato bastan para ser merecedor de semejante galardón?
¿Tanta prisa tenían por dárselo que no pudieron esperar a que llevase siete u ocho años gobernando, y poder tener así una mejor visión de conjunto de sus logros?
No, se ve que querían aprovechar el tirón mediático con el que cuenta actualmente. Tampoco sabemos si dentro de unos años su figura no se habrá devaluado por alguna metedura de pata...
En un principio, los propios miembros de la Casa Blanca pensaron que se trataba de una broma. Eso lo dice todo.
No digo que alguien que manda soldados a hacer la guerra a Afganistán no merezca este premio, pero seguro que existen otros nombres acerca de los cuales todos estaríamos mucho más de acuerdo.
Los amigos del Nobel habrán conseguido lo que pretendían, una ceremonia de entrega que verá todo el planeta, pero su imagen ha quedado en entredicho por sus ansias de protagonismo.
Sólo espero que dentro de siete años tenga que tragarme mis palabras porque este hombre se haya revelado como el nuevo Mesías para un mundo huérfano de esperanza, pero algo me dice que un solo hombre lo va a tener difícil para luchar contra un planeta empeñado en meterse en problemas.
Enhorabuena a los premiados.
Coco.
