Ojalá todos fueran vivíparos.

Ojalá todos fueran vivíparos

Tal vez hayan pensado alguna vez acerca de las cosas tan absurdas en que ocupamos nuestro tiempo. Sin ir más lejos, el otro día me viene un amigo de esos de toda la vida, con los que comparto la caña de los sábados, y me dice:

- Oye, te voy hacer una pregunta, pero no te vayas a mosquear ni nada, ¿eh? Es sólo una pregunta.
- Dispara – contesté tratando de ignorar el aliento cargado de efluvios de alcohol que llegaba a mi cara.
- Mira, ¿tú qué crees que fue primero, la gallina o el huevo?

Les aseguro que estaba preparada para cualquier cosa, y es que tantos fines de semana compartidos con los mismos especimenes hacen que estés curada de espanto, pero aquello me superó. ¿Qué cabeza dotada con el don del raciocinio podría haber engendrado semejante dilema metafísico? ¿Es que no tenemos bastante los mortales con pagar nuestras facturas e hipotecas?

Sirva este escrito como acto de repulsa y protesta contra esos eruditos de tres al cuarto que satisfacen su ego planteando los más disparatados jeroglíficos a las mujeres de bien que poblamos este planeta.
Por cierto…yo creo que fue el huevo.